Este texto impulsado por la convocatoria estival anual del amigo y soci Pau habla de muchos veranos y de un sólo lugar, ese famoso pueblo de veraneo que yo nunca tuve hasta hace dos décadas. No busquéis en el post cervezones (que también los hubo) en playas, piscinas o montañas...
'Penàguila és un racó de món, un bell racó, aixó sí, enmig d'intricades, ombrienques i encinglerades muntanyes' y en ese bello rincón de mundo entre intricadas, sombrías y empinadas montañas, como lo definía el escritor alicantino Enric Valor (quien también veraneaba allí) en sus 'Rondalles' cayeron mis huesos un agosto de 1995, en plenas Fiestas Mayores. Por aquel entonces era un becario de 25 años que trabajaba en lo que me gustaba, la televisión. Llegúe y conocí allí a un futuro compañero de trabajo, amigo, celestino y muchas cosas que hizo que fuera volviendo de manera más o menos continua al pueblo.
La siguiente década pasó con visitas esporádicas al pueblo hasta que conocí a quien sigue siendo compañera fiel y paciente, mujer y madre de mis hijos. Desde entonces, el pacto de sangre con Penàguila se fraguó y cada verano estaba allí. Seguía trabajamdo en televisión (ya no de becario). Había abandonado el coleccionismo de latas de cerveza y me había centrado en el de chapas y posavasos, viajaba más y probaba casi de todo. Además empezé a organizar catas para amigos en el pueblo, que se han ido repitiendo durante 10 años. Esta década nos lleva a 2005... años de eclosión de las primeras artesanales, año de nuestro matrimonio
Estos últimos 10 años han sido sin duda los más agitados, pese a los relajados 'beeranos'... Nacen mis blogs y mis hijos, la implicación cervecera crece, visitas a fábricas, a ferias, Birrapedia y La Boutique de la Cerveza. Precisamente durante la primera presentación de un producto en la tienda, una ilegalidad me deja sin mi trabajo (el que me llevó al pueblo) de la noche a la mañana. Frustración, nueva etapa, ahora autónomo, a seguir luchando, a seguir viviendo, a seguir bebiendo. Por fortuna la oferta cervecera ya es otra y mis gustos totalmente abiertos.
Muchos cambios en 20 años y, afortunadamente, en el pueblo, también han cambiado los gustos cerveceros y ya puedo luchar contra la monotonía insípida de mis adoradas 'lagers' industriales de hace 25 años. Dos décadas que pueden ser poco o mucho pero con un denominador común, la birra y Penáguila.
Por eso, si un día abandono la ciudad y desaparezco, no lo dudéis, en algún momento del verano me encontraréis en ese 'racó de món', cerveza en mano. Birra y Vida, Vida y Birra... para qué más?