lunes, 26 de abril de 2010

Ronda travestida, la 23. Gato por liebre


Bueno, acaba el mes y casi me olvido de participar en la Ronda, a la cual invitan esta vez las gentes de La Logia Cervecera, a quienes aún no tengo enlazados en el blog (como a tantas buenas y espumosas personas) y por eso casi se me pasa el turno, cosa que no querría jamás de los jamases pues el 23 es uno de esos números que siempre llevaré en el recuerdo y no es por.... Michael Jordan ni por David Beckham sino por Raúl Tamudo, el mejor delantero que ha tenido mi equipo, el Espanyol de Barcelona y quien lamentablemente, aunque algo de culpa tendrá, saldrá finalmente por la puerta trasera del club.

En fin, aunque fútbol y birra van muy unidos hoy vamos a hablar de cerveza y en esta ocasión, el dilema que nos plantean los buenos amigos es el siguiente: "Qué actitud tomar cuando uno va a un bar y desembolsa una buena cantidad de dinero para disfrutar una buena cerveza y lo que le sirven no está en buen estado? O bien no es el producto que uno jura y recontrajura que iba tomando y ya no es lo mismo? Reclamamos? Nos quejamos? Hacemos tripas corazón y nos tomamos hasta la última gota jurando nunca más volver pero sin decir palabra alguna? Y en caso que uno se haya quejado... cómo fue la reacción del lugar? Nos cambiaron la cerveza por una que sí estaba bien? Nos dijeron que es lo que hay y a otra cosa? Nos dieron explicaciones raras de porque la cerveza sabía así"


Afortunadamente y supongo que a la mayoría les habrá sucedido lo mismo, normalmente no suceden cosas así pero pueden pasar. En mi caso, evidentemente, de notar algo raro en la cerveza se lo haría notar al 'barman' como suelo hacer si un vino está picado, sabe a corcho o si un plato está en mal estado o lleva intrusos. Todo esto me ha pasado en restaurantes y me han atendido correctamente, sólo en una ocasión discreparon de mi criterio pero me retiraron el plato se ofrecieron a cambiarlo, les dije que no y no me lo cobraron. Con la cerveza sólo recuerdo una ocasión en la que el sabor no se apreciaba porque el gas era excesivo, tenían mal regulado el grifo y aquello era imbebible, lo comenté, la probaron y llegaron a la misma conclusión, así que nada que objetar... Pero hay gente por ahí con mala leche porque recuerdo una macrocervecería que montaron en Barcelona a golpe de talonario, con un supuesto coleccionista al frente que compraba y compraba objetos cerveceros para ornamentar el local a diestro y siniestro, sin conocimientos cerveceros y con un personal impresentable hasta el punto que una camarera (que desconocía mi doble condición de aficionado a la cerveza / coleccionista) llegó a decirme textualmente: " Aquí viene mucho 'enterado' pero no saben ná... a veces me piden una Carlsberg y yo les pongo una Skol (es un ejemplo) y no se dan ni cuenta".... Para beneficio de todos nosotros, el bar quebró... y es que no se puede dar gato por liebre, cuando ni siquiera sabes cómo es un gato y cómo una liebre!

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