Ven sangre dorada, corre por mi mente, que pueda alucinar.
Agítame las venas y riega mi garganta que pueda yo vibrar.
Apaga mis circuitos y borra de mis ojos la cruda realidad
Cuenta la leyenda que mi primer contacto con el espumoso elemento fue a la tierna edad de los 3 años. Hace ya mucho tiempo, muchos tragos, demasiados litros pero aquel niño que nunca ha dejado de serlo se ha convertido en un hombre de costumbres, seguimos viviendo, seguimos bebiendo. Viva la Vida! Viva la Birra!
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